domingo, 11 de noviembre de 2007

Introducción


En las mitologías paganas, luego de la creación del cielo y de la tierra, las divinidades apartaban, separaban y santificaban un lugar o un monte para erigir sobre el un santuario. En la Biblia, la primera vez que aparece la palabra “qodesh”[1] no es para apartar un monte, lugar o elemento preexistente, sino se la usa para separar un día:

“Y bendijo Dios el día séptimo, y lo santifico, porque en el
reposo de
la obra que había echo en la creación”
(Gen 2:3)
Este es el primer santuario, la primera catedral en el tiempo. Y cuando el pueblo adora al becerro de oro, pierde la noción de la santidad del tiempo, por eso Dios manda a Moisés a edificar un tabernáculo y de separar así para el culto divino una santidad en el espacio (Núm. 7:1).
Ningún pueblo de la antigüedad tenía por costumbre separar un día semanal para el reposo y la adoración. Ni siquiera los romanos que tenían un calendario muy avanzado para la época tenían un día separado para desestresarse. El valor humanitario del sábado es innegable.



[1] Separado y consagrado para Dios, santo, apartado.

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