En las mitologías paganas, luego de la creación del cielo y de la tierra, las divinidades apartaban, separaban y santificaban un lugar o un monte para erigir sobre el un santuario. En la Biblia, la primera vez que aparece la palabra “qodesh”[1] no es para apartar un monte, lugar o elemento preexistente, sino se la usa para separar un día:
Este es el primer santuario, la primera catedral en el tiempo. Y cuando el pueblo adora al becerro de oro, pierde la noción de la santidad del tiempo, por eso Dios manda a Moisés a edificar un tabernáculo y de separar así para el culto divino una santidad en el espacio (Núm. 7:1).
Ningún pueblo de la antigüedad tenía por costumbre separar un día semanal para el reposo y la adoración. Ni siquiera los romanos que tenían un calendario muy avanzado para la época tenían un día separado para desestresarse. El valor humanitario del sábado es innegable.
“Y bendijo Dios el día séptimo, y lo santifico, porque en el(Gen 2:3)
reposo de
la obra que había echo en la creación”
Este es el primer santuario, la primera catedral en el tiempo. Y cuando el pueblo adora al becerro de oro, pierde la noción de la santidad del tiempo, por eso Dios manda a Moisés a edificar un tabernáculo y de separar así para el culto divino una santidad en el espacio (Núm. 7:1).
Ningún pueblo de la antigüedad tenía por costumbre separar un día semanal para el reposo y la adoración. Ni siquiera los romanos que tenían un calendario muy avanzado para la época tenían un día separado para desestresarse. El valor humanitario del sábado es innegable.
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