Por el desierto
Este humilde trabajo pretende brindar información confidencial directamente del archivo divino al corazón humano. Tiene como objetivo mantenerte al tanto de lo que está ocurriendo en la patria celestial. El Editor es Jesucristo. Bendiciones.
sábado, 22 de enero de 2011
Yo elegí confiar en Dios ¿y tu?
domingo, 28 de noviembre de 2010
Un poco de cine...
Quien narra está mirando desde afuera de la historia, es un narrador extradiegético, simplemente describe lo que ve en “la pantalla”.
Además el autor bíblico nos sitúa en una situación especial, cuando el pueblo de Israel sale desde el monte Hor, ubicándonos en la ruta del Mar Rojo, bordeando la tierra de Edom. Los personajes que aparecen en escena son el pueblo que murmura, Dios que actúa y finalmente Moisés, el representante humano del Cielo. Dios le da varias lecciones al pueblo en esta oportunidad: las consecuencias de la murmuración constante; sólo Adonai es quien los sostiene y los libra de las dificultades; prefiguración del Mesías y la trascendencia de su sacrificio.
Encontramos un cuadro: los israelitas que ante su murmuración son atacados por serpientes venenosas y comienzan a morir hasta que reconocen su pecado y Dios le da la solución por medio de Moisés. A continuación presentamos los diferentes planos de esta película apasionante…
Voz en off: “Los israelitas salieron del monte Hor por la ruta del Mar Rojo, bordeando el territorio de Edom. En el camino se impacientaron…y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés. (Panorámico)
- ¿Para qué nos trajeron ustedes desde Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Estamos cansados de comer este pan liviano! (1er plano)
Voz en off: Por eso el Señor mandó contra ellos serpientes venenosas, para que los mordieran, y muchos israelitas murieron. (Panorámico)
- Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. ¡Por favor ora a Dios para que quite de entre nosotros las serpientes! Dijo el pueblo a Moisés. (Plano medio: Moisés y el pueblo en diálogo)
Moisés intercedió ante Dios por el pueblo y el Señor le dijo:
- Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que hayan sido mordidos que la miren, vivirán. (1er plano: Dios en diálogo con Moisés)
Voz en off: Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían.” (Plano medio a panorámico: Moisés construyendo la serpiente y el pueblo mirando el estandarte)
Al final del relato ocurre una reiteración, recurso literario semita que presenta la realidad y el desenlace de la escena. Se escriben las palabras de Dios a Moisés, y luego se pone de manifiesto que Moisés actúa en consecuencia al pedido de Dios. Se deja de manifiesto un marcado contraste entre la obediencia del líder espiritual y el pueblo “cabeza dura”. Al igual que la fidelidad de Dios al cumplir su palabra.
Sin dudas este suceso histórico es tomado por Jesús en su entrevista con Nicodemo a fin de ilustrar su protagonismo en la historia de la redención humana.
Jesús dio la pincelada justa para que el fichero teológico de Nicodemo se ordenara en función suya. Y esta fue, es y seguirá siendo la clave de la interpretación correcta de las Escrituras y del Cristianismo.
Mirar a Jesús, y al Jesús crucificado es la clave de nuestra vida aquí y en la eternidad.
Simplemente…
Míralo! Él hará lo demás…
Que Dios te bendiga en tu decisión.
sábado, 27 de noviembre de 2010
Reflexionemos - parte 3
“Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo”. (Núm. 21:7)
El pueblo se humilló delante de Dios, sabiendo que eran falsas sus acusaciones contra él. Y Moisés intercede por el pueblo.
Lecciones: Cuando te humillas y reconoces que los caminos que Dios elije para ti son los mejores. Cuando quebrantas tu yo en la cruz de Cristo. Cuando buscas el propósito de Dios para tu vida. Cuando “agachas tu cabeza” y decides con humildad vivir obedientemente. Cuando reconoces tus culpas y errores. Cuando percibes que Dios te está llamando…
En esos momentos Dios mira la cruz y prima sobre ti la gracia divina. Mira el sacrificio de Jesús y perdona tu pecado. Mira las heridas de los clavos y te entrega su perfecta justicia porque Él fue desnudo para que nosotros seamos vestidos.
Es interesante que en el original hebreo se traduce: “que quites de sobre nosotros
Sin dudas están padeciendo allí en medio del desierto como nosotros, infectados por el veneno del pecado en el desierto de la vida…
Pero…
“Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.” (Núm. 21: 8)
Coloca una réplica de la clase de serpientes que eran una plaga para el pueblo sobre un asta. La palabra traducida "asta" es la que se usa para un estandarte militar. Es la que aparece en Éxodo 17: 15: Jehová-nisi, "Jehová, mi estandarte". También una "bandera" (Sal. 60: 4), "pendón" (Isa. 11: 10) y "bandera" (Jer. 51: 27). No importa lo que fuera, el asta era lo bastante alta como para ser vista por todo el campamento.
Lecciones: Dios propone la solución ante nuestro clamor. Ahora bien, Dios coloca la salida ante nuestros ojos, pero ¿creemos en ella y avanzamos para ser libres? Si crees mirarás la serpiente en el asta, no porque tenga poder curativo en si misma, sino porque ejercerás la fe en aquel que brinda sanidad a la humanidad.
Dios coloca delante de ti el asta, un estandarte con la solución definitiva para la el virus mortal del pecado. Está en cada creyente mirar a aquel que fue levantado para redimir la raza caída.
Y allí en el desierto, mientras el veneno recorre el torrente sanguíneo comienza el antídoto de la fe a surgir efecto neutralizando así el virus invasor. Por la fe somos salvos, pero debemos mirar el estandarte a fin de poder ser salvos en Aquel que fue levantado.
Sólo hay vida en Aquel que nos moldeó a su imagen y semejanza con sus propias manos…
y…
“Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”. (Núm. 21:9)
La gente sabía que la serpiente era un símbolo del Salvador venidero. También se daba cuenta de que no era suficiente tan sólo mirar a la serpiente, sino que la mirada debía ir acompañada de fe, puesto que no había curación en la serpiente misma. Era posible contemplar la imagen sin ser curado, si no se empleaba fe en Dios como el Sanador divino. De la misma manera, no tenían valor las ofrendas si no iban acompañadas por la fe (ver Juan 3: 14, 15; PP 457, 458).
Satanás sigue fastidiándote, pero no tiene poder sobre ti porque estás parado sobre
Mira a Aquel que lo entregó todo por amor a nosotros y aún intercede ante el Padre por nuestra salvación.
Recuerda que pronto viene a reclamarte como suyo.
¡Espéralo!
Reflexionemos - parte 2
“¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano”. (Núm. 21: 5 up)
La forma del verbo hebreo que aquí se usa es otra señal de su impaciencia creciente. La forma es causal: "Nos hiciste subir". Nos trajiste a este “lugar de mala muerte” donde, aunque había abundancia de alimento, se rebelaban por la monotonía de su dieta celestial. Llaman al maná como un pan liviano: la palabra hebrea traducida "liviano", que no aparece en ninguna otra parte de
Lecciones: El siguiente paso es buscar culpables de aquellas consecuencias que nos sobrevienen, siempre debe haber un responsable externo de los acontecimientos. No somos lo suficientemente maduros en reconocer que buena parte de las situaciones que debemos enfrentar son producto de nuestras propias decisiones equivocadas.
Al estar sumergidos en estas situaciones, comenzamos a quejarnos por aquello que no tenemos y que quisiéramos tener. Tratamos de alzar nuestra voz en reclamo de aquellos que justo o proclamando lo que es injusto. Intentamos de justificar nuestra angustia, desánimo, frustración, rabia, enojo, descontento, soberbia… ¿Hasta cuando tentaremos a Dios con nuestra indiferencia y murmuración? Pero Dios reacciona…
“Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel”. (Núm. 21:6)
Aparecieron literalmente "las serpientes, las ardientes" (literal). La palabra traducida "ardientes" aparece en otras partes como "serafines" (Isa. 6: 2, 6). Proviene de la raíz "arder" (Jos. 11: 9; Isa. 44: 16; Eze. 43: 21). Las serpientes fueron llamadas ardientes debido a la inflamación violenta causada por su mordedura (PP 456).
Y en esta oportunidad murió mucho pueblo de Israel. Las muertes se debieron a que se retiró la mano protectora de Dios. La parte de la región por donde viajaban estaba infestada de serpientes, escorpiones, etc. (Deut. 8: 15); de ahí que cada día se vieran milagros de la protección divina. Pero el Señor repentinamente retiró su protección y permitió que las serpientes atacaran al pueblo.
Lecciones: No podemos sorprendernos del resultado de nuestra actitud para con Dios. No hace esperar su reacción ni respuesta a fin de restaurar al hombre, a veces con mano suave y otras con mano dura, pero siempre con amor. Pasamos dándole argumentos a Satanás para ser tentados por él, por esto no se extrañes de tu “mala racha”, que proviene de tus propias decisiones y por la intervención restringida de los agentes del mal.
No podemos siempre echarle la culpa al “pobre Diablo” porque muchas veces las cosas malas que nos sobrevienen son producto de nuestras propias decisiones autosuficientes.
Aunque hay solución para todos nuestros problemas cuando reaccionemos y corrijamos nuestro camino. De nosotros dependerá el tiempo y Dios tendrá la última palabra. Pero ante un arrepentimiento genuino, nuevamente somos dignos de su confianza y Dios nos vuelve a otorgar otra oportunidad: Dios es un Dios de segundas oportunidades…
Reflexionemos - parte 1
La Biblia es un libro espiritual... Meditemos en los textos escogidos de nuestra perícopa a fin de extraer lecciones espirituales para nuestra vida hoy.
“Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino”. (Núm 21:4)
Se había hecho necesaria una alteración de la ruta elegida, pues se les había negado el paso por Edom. Ahora estaban en camino hacia Ezión-geber (Deut. 2: 8), dando la espalda a
El rumbo de la marcha de Israel se dirigía hacia el sur, pasando por el Arabá, y por la frontera meridional de Edoin, desde donde continuaba hacia el este. Finalmente, volviendo hacia el norte, pasaron al este tanto de Edom como de Moab (PP 454, 461).
Y "en el camino" hubo varios factores para provocar el desánimo. La parte del territorio por el cual estaban viajando, el Arabá, es tina planicie árida sembrada de piedras y arena y generalmente calurosa y seca. Además, sabían que viajaban dando la espalda a Canaán; iban alejándose en vez de entrar en ella.
Lección: Cuántas veces nos hemos desanimado por las circunstancias del camino, de nuestro alrededor. No basta sólo con saber que podríamos estar peor, o en situaciones más difíciles como otros están. Un desánimo que viene acompañado de la desconfianza en Dios, conduciendo al individuo a la frustración y la angustia. Es como un sueño pesado y largo donde tan solo se escucha el silencio de Dios que es ensordecedor. Es muy fácil para nosotros desanimarnos cuando delante de nosotros solamente encontramos “pared”, donde no podemos visualizar una salida de escape…es allí donde…
“Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés:”(Núm. 21: 5 pp.)
Lecciones: Generalmente el desánimo se expresa, hablando y enfocándonos en aquello que no podemos vencer. ¿Quién es el responsable final de todo lo que pasa? Si pensaste en que Dios lo es, eres un ser humano normal y corriente. ¡Bienvenido al club de aquellos que incriminan a Dios en relación al sufrimiento humano! Pero no solamente inculpamos a Dios sino que murmuramos contra sus representantes, porque a ellos los podemos ver.
A raíz de las diferentes viscisitudes de la vida se escuchan frases como: “Eso dices porque a ti no te está pasando”, “que vas a saber tu de lo que estoy sufriendo”, “ojalá nunca te toque”, “sólo yo se cuanto duele esto y lo injusto que es”, “¿para qué vamos a orar si Dios no nos escucha?”, “¿para qué ir a la iglesia si Dios me ha dado la espalda?”, “estoy cansado de orar y orar sin tener respuestas”…
Típico ser humano, enfrentarse a Dios y a sus siervos a fin de reclamarle, en esta oportunidad…
viernes, 26 de noviembre de 2010
Implicaciones Teológicas
Los Israelitas tuvieron que rodear Edom porque no podían pasar a través de su territorio (ver Núm. 20:18-21), prolongando mucho su viaje hasta la frontera oriental de Canaán. El pueblo se impacientó y elevó su queja acostumbrada de que Dios y Moisés los habían sacado de Egipto para matarlos en el desierto, donde no había alimentos ni agua. Además, añadieron su disgusto por el maná que Dios les había proporcionado cada día: “Ya estamos hartos de esta pésima comida” (Núm. 21:5)
En Tabera el Señor había enviado fuego para advertir a los murmuradores (Núm. 11:1). Ahora envió “serpientes venenosas” para castigar al pueblo, y muchos de los que fueron mordidos murieron. En algunas versiones, respondiendo al original, se las llama “serpientes ardientes” que probablemente describían el dolor causado por su veneno. Como en Tabera, los aterrorizados israelitas suplicaron a Moisés que orara por ellos, lo cual él se apresuró a hacer (Núm. 20:567; Núm. 11:2). Durante el incidente de Tabera, Dios había apagado el fuego para beneficio de todos (Núm. 11:2), pero esta vez condicionó el remedio a la fe de la persona. “Y el Señor le dijo a Moisés: - Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían” (Núm. 21:8,9).
Solo cuando miraba podía una persona recuperarse. Si alguien que había sido mordido se negaba a creer en el poder de Dios revelado a través de la obra de su siervo Moisés, tenía completa libertad para decir: ` ¡No piensen que voy a hacer esa estupidez de pretender que me voy a sanar simplemente mirando un pedazo de bronce!`. No hay problema. Puedes seguir adelante y simplemente morirte de dolor. La elección es tuya. Pero si cambias de modo de pensar antes que sea demasiado tarde, simplemente mira. ¡Era un poderoso incentivo, al menos para darle una oportunidad a la fe!
La serpiente de metal no tenía poder mágico en sí misma (aunque más tarde el pueblo la adoró y tuvo que ser destruida: 2 Reyes 18:4). Mirarla resultaba en la curación de la mordedura de las serpientes solo porque Dios hizo depender el milagro de esa acción.
Sin embargo, ¿por qué hizo Moisés una escultura de una serpiente, la criatura que mordía a los israelitas? En primer lugar, veían frente a frente su problema mirando la representación de él. La clave del asunto no estaba en Dios o en Moisés, sino, en las serpientes que los israelitas habían atraídos sobre sí mismos. De hecho, si Dios no los hubiera protegido durante todos aquellos años por todo el camino, habrían sido mordidos por las serpientes o picados por escorpiones en muchas ocasiones (Deut. 8:15).
El significado de la serpiente de bronce tiene más profundidad. Una noche, Jesús explicó a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel que crea, tenga en él vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:13-16).
Igual que los israelitas en el desierto, todos hemos sido mordidos y estamos muriendo, pero si decidimos creer, podemos vivir. Sin embargo, Jesús estaba hablando de la vida y de la muerte eterna, y él está en lugar de la serpiente de bronce.
Jesús dijo que él debía ser levantado como Moisés levantó la serpiente de bronce. Se cumplió cunado los soldados romanos lo clavaron y lo levantaron en una cruz de madera, hecha de un árbol. En la ley israelita, el condenado a pena de muerte quedaba colgado entre el cielo y la tierra siendo considerado un maldito de Dios (Deut. 21:22,23). Uno pensaría que los apóstoles evitarían la implicación de que Cristo fue maldito de Dios. Pero Pablo declara nítidamente: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito está: MALDITO TODO EL QUE CULEGA DE UN MADERO)” (Gal. 3:13).
Sin embargo, ¿por qué una serpiente representa a Cristo? ¿No representa, más bien, al pecado y la muerte, porque Satanás usó a esa criatura para engañar a Eva (Gn. 3)? Precisamente. Porque Dios “al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en él” (2 Cor. 5:21).
¡Imaginemos eso! ¡En cierto sentido, Cristo llegó a ser pecado! Él llevó todas las malas pasiones y la degradación egoísta de todos los millones y millones de personas que han vivido en este planeta en algún momento. Con ese abrumador diluvio de miseria derramado sobre él, e identificado con él, como si él fuera la personificación de todo ese mal, se entregó a sí mismo a la destrucción a fin de erradicar el pecado y todas sus consecuencias.
El remedio de Dios para la mordedura de la serpiente y del más serio problema de la falta de fe debe de haber tenido éxito, porque los israelitas avanzaron para obtener una serie de victorias.
jueves, 25 de noviembre de 2010
Las palabras justas... parte 2
Aunque el pecador no puede salvarse a sí mismo, tiene sin embargo algo que hacer para conseguir la salvación. "Al que a mí viene, no le echo fuera." (Juan 6: 37.) Pero debemos ir a él; y cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, debemos creer que nos acepta y nos perdona. La fe es el don de Dios, pero el poder para ejercitarla es nuestro. La fe es la mano de la cual se vale el alma para asir los ofrecimientos divinos de gracia y misericordia.
Nada excepto la justicia de Cristo puede hacernos merecedores de una sola de las bendiciones del pacto de la gracia. Muchos son los que durante largo plazo han deseado obtener estas bendiciones, pero no las han recibido, porque han creído que podían hacer algo para hacerse dignos de ellas. No apartaron las miradas de sí mismos ni creyeron que Jesús es un Salvador absoluto. No debemos pensar que nuestros propios méritos nos han de salvar; Cristo es nuestra única esperanza de salvación. "Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hech. 4: 12.)
Cuando confiamos plenamente en Dios, cuando dependemos de los méritos de Jesús como Salvador que perdona los pecados, recibimos toda la ayuda que podamos desear. Nadie mire a sí mismo, como si tuviera poder para salvarse. Precisamente porque no podíamos salvarnos, Jesús murió por nosotros. En él se cifra nuestra esperanza, nuestra justificación y nuestra justicia. Cuando vemos nuestra naturaleza pecaminosa, no debemos abatirnos ni temer que no tenemos Salvador, ni dudar de su misericordia hacia nosotros. En ese mismo momento, nos invita a ir a él con nuestra debilidad, y ser salvos.
Muchos de los israelitas no vieron ayuda en el remedio que el Cielo había designado. Por todas partes, los rodeaban los muertos y moribundos, y sabían que, sin la ayuda divina, su propia suerte estaba sellada; pero continuaban lamentándose y quejándose de sus heridas, de sus dolores, de su muerte segura hasta que sus fuerzas se agotaron, hasta que los ojos se les pusieron vidriosos, cuando podían haber sido curados instantáneamente. Si conocemos nuestras necesidades, no debemos dedicar todas nuestras fuerzas a lamentarnos acerca de ellas. Aunque nos demos cuenta de nuestra condición impotente sin Cristo, no debemos ceder al desaliento, sino depender de los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Miremos y viviremos. Jesús ha empeñado su palabra; salvará a todos los que acudan a él. Aunque muchos millones de los que necesitan curación rechazarán la misericordia que les ofrece, a ninguno de los que confían en sus méritos lo dejará perecer.
Muchos no quieren aceptar a Cristo antes que todo el misterio del plan de la redención les resulte claro. Se niegan a mirar con fe, a pesar de que ven que miles han mirado a la cruz de Cristo y sentido la eficacia de esa mirada. Muchos andan errantes, por los intrincados laberintos de la filosofía, en busca de razones y evidencias que jamás encontrarán, mientras que rechazan la evidencia que Dios ha tenido a bien darles. Se niegan a caminar en la luz del Sol de Justicia, hasta que se les explique la razón de su resplandor. Todos los que insistan en seguir este camino dejarán de llegar al conocimiento de la verdad. Jamás eliminará Dios todos los motivos de duda. Da suficiente evidencia en que basar la fe, y si esta evidencia note acepta, la mente es dejada en tinieblas. Si los que eran mordidos por las serpientes se hubieran detenido a dudar y deliberar antes de consentir en mirar, habrían perecido. Es nuestro deber primordial mirar; y la mirada de la fe nos dará vida.