“¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano”. (Núm. 21: 5 up)
La forma del verbo hebreo que aquí se usa es otra señal de su impaciencia creciente. La forma es causal: "Nos hiciste subir". Nos trajiste a este “lugar de mala muerte” donde, aunque había abundancia de alimento, se rebelaban por la monotonía de su dieta celestial. Llaman al maná como un pan liviano: la palabra hebrea traducida "liviano", que no aparece en ninguna otra parte de
Lecciones: El siguiente paso es buscar culpables de aquellas consecuencias que nos sobrevienen, siempre debe haber un responsable externo de los acontecimientos. No somos lo suficientemente maduros en reconocer que buena parte de las situaciones que debemos enfrentar son producto de nuestras propias decisiones equivocadas.
Al estar sumergidos en estas situaciones, comenzamos a quejarnos por aquello que no tenemos y que quisiéramos tener. Tratamos de alzar nuestra voz en reclamo de aquellos que justo o proclamando lo que es injusto. Intentamos de justificar nuestra angustia, desánimo, frustración, rabia, enojo, descontento, soberbia… ¿Hasta cuando tentaremos a Dios con nuestra indiferencia y murmuración? Pero Dios reacciona…
“Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel”. (Núm. 21:6)
Aparecieron literalmente "las serpientes, las ardientes" (literal). La palabra traducida "ardientes" aparece en otras partes como "serafines" (Isa. 6: 2, 6). Proviene de la raíz "arder" (Jos. 11: 9; Isa. 44: 16; Eze. 43: 21). Las serpientes fueron llamadas ardientes debido a la inflamación violenta causada por su mordedura (PP 456).
Y en esta oportunidad murió mucho pueblo de Israel. Las muertes se debieron a que se retiró la mano protectora de Dios. La parte de la región por donde viajaban estaba infestada de serpientes, escorpiones, etc. (Deut. 8: 15); de ahí que cada día se vieran milagros de la protección divina. Pero el Señor repentinamente retiró su protección y permitió que las serpientes atacaran al pueblo.
Lecciones: No podemos sorprendernos del resultado de nuestra actitud para con Dios. No hace esperar su reacción ni respuesta a fin de restaurar al hombre, a veces con mano suave y otras con mano dura, pero siempre con amor. Pasamos dándole argumentos a Satanás para ser tentados por él, por esto no se extrañes de tu “mala racha”, que proviene de tus propias decisiones y por la intervención restringida de los agentes del mal.
No podemos siempre echarle la culpa al “pobre Diablo” porque muchas veces las cosas malas que nos sobrevienen son producto de nuestras propias decisiones autosuficientes.
Aunque hay solución para todos nuestros problemas cuando reaccionemos y corrijamos nuestro camino. De nosotros dependerá el tiempo y Dios tendrá la última palabra. Pero ante un arrepentimiento genuino, nuevamente somos dignos de su confianza y Dios nos vuelve a otorgar otra oportunidad: Dios es un Dios de segundas oportunidades…
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