miércoles, 29 de octubre de 2008

Diáologo arrogante...


En estas ocho preguntas puede verse claramente la pésima condición en la que se hallaba el pueblo de Israel. Malaquías las menciona, y él mismo brinda las respuestas de Dios.
Las preguntas son las siguientes:
  • ¿En qué nos amaste? (1:2)
  • ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? (1:6)
  • ¿En qué te hemos deshonrado? (1:7)
  • ¿Por qué? (2:14)
  • ¿En qué le hemos cansado? (2:17)
  • ¿En qué hemos de volvernos? (3:7)
  • ¿En qué te hemos robado? (3:8)
  • ¿Qué hemos hablado contra ti? (3:13)

Cada una de estas preguntas está precedida por la expresión “dijisteis”. Estas preguntas nos indican el grado de malicia e insolencia que este pueblo tenía para con Dios.

Muchas veces somos como los israelitas de antaño, dudamos incluso del amor invariable de Dios. Él en su gandísisisimo amor nos aguanta y nos responde cada uno de nuestras preguntas atrevidas.

Es Dios, pero nos referimos a Él como si fuera nuestro hijo. Nos damos el lujo de exigirle cosas, de recriminarle otras, de llorarle caprichosamente para acceda a nuestros pedidos. En otras palabras queremos dominar a Dios como si fuera un títere.

¡Que amor que nos tiene Dios!

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