Este humilde trabajo pretende brindar información confidencial directamente del archivo divino al corazón humano. Tiene como objetivo mantenerte al tanto de lo que está ocurriendo en la patria celestial. El Editor es Jesucristo. Bendiciones.
lunes, 21 de junio de 2010
CREER ES UNA DECISIÓN....
Jesús fue confrontado con la pregunta de los líderes judíos: ¿Eres tú el Hijo de Dios? (Luc. 22:66,70).
La respuesta de Jesús es reveladora: “Si se los dijera a ustedes no me lo creerían” (vers.67).
Se destacan aquí dos puntos:
1. El respeto que Dios tiene por tu libertad. Dios reconoce la posibilidad de que no creas. Su Palabra es omnipotente, podría transformar completamente el pensamiento humano al ser pronunciada. La Palabra de Cristo hubiese tenido suficiente poder para hacer creer a esas mentes que Él era el Hijo de Dios. Pero Dios respeta el libre albedrío del ser humano y se auto limita, limita el poder de su Palabra para respetar el espacio que le corresponde a tu decisión. Y entonces Jesús reconoce que aún pronunciando con su Palabra omnipotente que Él es Dios, el ser humano puede elegir no creer.
2. La dureza del corazón humano. En el griego hay un énfasis: “aunque se los diga yo mismo, Uds. no me lo creerían”. ¡Qué duro es el corazón humano! Dios nos da suficiente evidencia para que creamos en Él. Él mismo nos habla de muchas maneras: la naturaleza, la conciencia (mediante la voz del Espíritu Santo) su providencia y especialmente su Palabra. Él nos habla, pero aún así el ser humano muchas veces no cree. EL HABLA, PERO EL SER HUMANO NO OYE. U oye lo que quiere oír, hace un uso caprichoso de las evidencias que Dios le da para creer. Jesús lo está diciendo así: si no les digo que soy el Hijo de Dios ustedes decidirán que no lo soy; y si les digo que soy el Hijo de Dios, ustedes igualmente decidirán que no lo soy, porque decidirán que estoy mintiendo, porque en realidad han decidido no creer. El corazón humano es duro y mientras decida no creer, aunque Dios mismo le hable escuchará sólo lo que quiere escuchar.
Seamos sinceros con nosotros mismos: ¿acaso Dios no nos da suficientes evidencias para que creamos en Él? ¿Estamos viendo esas evidencias para fortalecer nuestra fe o estamos encerrados en nuestra incredulidad o quizá en nuestro desánimo y nuestra fe está estancada?
Pero algo que resalta de esta respuesta de Cristo es que creer es una decisión. Puedes tener toda la evidencia necesaria para creer, pero debes decidir creer. O, puedes estar pasando por un momento difícil, por una prueba, por una crisis que trae oscuridad a tu vida, y en medio de esa oscuridad no logras ver la mano de Dios, no puedes ver las evidencias del amor de Dios, y sin embargo todavía puedes DECIDIR CREER.
Un himno dice: si la fe me abandonare Él me sostendrá. Aún en una crisis de fe, puedes clamar desde tu corazón: Decido creer. Aunque la tormenta en este momento nubla mi visión, decido creer. Aunque por el dolor no puedo ver tu rostro Señor, decido creer.
Podemos decir con Pedro (S.Juan 6) Señor ¿a quién iremos, tú tienes Palabras de vida eterna? Cuándo estoy a punto de dejar de creer ¿a dónde voy? ¿dónde me refugio? ¡Necesito volver a ti Señor!
Podemos decir como aquel padre: creo, pero ayuda a mi incredulidad. Y Dios responderá. Y él hará el milagro de renovar tu fe. Te invito a que HOY RENUEVES TU DECISIÓN DE CRER. ÉL TE SOSTENDRÁ.
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