jueves, 3 de junio de 2010

La mayor expresión de amor: el Santuario Encarnado


Y llegó el tiempo donde Dios dejó de jugar a las escondidas y se dio a conocer en la persona de Jesús.
“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. Y vimos su gloria, gloria que, como Hijo único, recibió del Padre” (Jn 1:14).
Ahora del griego aparece el vocablo eskenocen, emparentado con el hebreo shakan (habitar, morar) de donde proviene la palabrita recién comentada: shekinah, que era la designación de la presencia visible de Dios sobre el arca del lugar Santísimo.
Literalmente este texto nos dice que Dios mismo ‘armó su carpa’ en medio de nuestro campamento. ¡Esto es fascinante! Dios fue nuestro vecino, y estuvo entre nosotros.
Cuando era pequeño, un poquito más que ahora, solía acampar con los Boy Scout, Conquistadores o Chicos Exploradores. Siempre estaban con nosotros los líderes, los consejeros y las cocineras (lo más importante!!). Pero en uno de esos campamentos fue con nosotros el pastor. Llegó en su camioneta, saludó, y ¡comenzó a armar su carpa!¡El pastor de la iglesia acampando entre nosotros! ¡Waw! Siempre lo veíamos en la iglesia de saco y corbata, pero ahora de deportivo y siendo uno de los nuestros. Era un privilegio contar con la presencia del pastor en ese campamento. Solamente nos acompañó dos de los cuatro días, pero fue algo realmente inolvidable.
Imagínense a gran escala lo que sentimos nosotros. Porque Dios mismo, se dignó a ‘meterse en el envase humano’, en cuerpo dañado por el pecado y mostrarnos su Gloria… “Por tanto, el Señor mismo les dará una señal: La virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará Emmanuel, que traducido es Dios con nosotros” (Is 7:14).
La promesa del Antiguo Pacto se había cumplido en plenitud: “habitaré en medio de ustedes” (Éxodo 25:8), ya no en una nube sino en carne y hueso. La deidad y la humanidad nunca estuvieron tan juntas como en la persona de Jesús. Es por eso que Él conoce tus necesidades, tus problemas, tus pruebas, tus angustias y tus dolores; no porque un ángel se lo contó sino porque Él también fue hombre.
“Quien, aunque era de condición divina, no quiso aferrarse a su igualdad con Dios, sino que se despojó así mismo, tomó la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres” (Fil 2:6,7). Este es Dios: Padre y Amigo, Protector y Compasivo, un Dios que entrega todo por sus criaturas, incluso su propia vida.
Los elementos del santuario cobran vida en la persona de Jesús, en Aquel que dijo: ‘Soy la luz del mundo’ (el candelabro), ‘Soy el agua de vida’ (fuente del atrio), ‘Soy el pan del cielo’ (panes de la proposición), ‘Soy el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’ (holocausto), ‘Soy el sumo sacerdote’ (intercesor). Su presencia trae a la vida claridad, refrigerio, paz, saciedad, perdón y vida eterna. Alejando así la soledad, el miedo, la culpa, la ansiedad, la enfermedad y la muerte.
La Gloria de Dios fue manifestada en Cristo a toda la humanidad. ¡Qué amor tan grande! Ver la shekinah una vez al año, ya no es privilegio de una sola persona. Tú puedes en esta noche ver la Gloria de Dios. Ya no necesitas de intermediarios, sacrificios, penitencias; porque tienes acceso directo, las 24 horas, a contemplar la Gloria de Dios en la persona de Cristo.

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