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jueves, 24 de junio de 2010
¿¿Habrá Templo en el Cielo??
Pregunta: La visión de Juan (registrada en Apocalipsis 21:22) y la visión de Elena de White (registrada en Early Writings, prefacio de marzo de 1963), ¿son realmente contradictorias? ¿Qué explicación posible le damos a esto?
El apóstol Juan dice en Apocalipsis 21:22 registra lo siguiente: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero”. Por otra parte, Elena de White en Early Writings (Primeros Escritos), prefacio de marzo de 1963 expresa: “En la ciudad yo vi un templo, en el cuál entre”. Esto implicaría una aparente contradicción entre el apóstol y Elena de White. El presente artículo pretende traer en cierta medida luz a este tema.
Primeramente sería conveniente recordar un principio hermenéutico: un texto bíblico aislado, no debería oscurecer un tema claramente revelado. Por el contrario, se debería leer este texto en el marco de la luz recibida, y no olvidarse en el contexto donde el mismo se desarrolla.
Por otro lado sería interesante definir la palabra “templo” (del griego naos) como la morada de la divinidad, y en segunda instancia un lugar de culto en su honor. Esta definición de templo se ve claramente en Éxodo 25:8: “Y me harán un Santurio, y habitaré en medio de ellos”. (Ver también Sal. 11:4; Hab. 2:20; Sof. 1:7).
El término templo se amplía a lo largo de la Biblia. En el Antiguo Testamento aparece el Santuario o Tabernáculo de la Reunión (ver Ex. 25:8; 40:34), en este reposaba la “Shekinah” (Gloria de Dios). Este templo fue hecho por Moisés conforme al modelo que Dios le mostró (Ver Ex. 26:30), fue utilizado principalmente por él y por Josué. Luego se hace referencia al Templo construído por Salomón en Jerusalén alrededor del 960 aC. (Ver 1 Rey. 6 y 8:11,12) En este edificio estaba el arca del Testimonio y la “Shekinah”.
En el Nuevo Testamento encontramos que nuestro cuerpo es un templo. El apóstol Pablo expresa en 1 Corintios 3:16: “¿No saben que su cuerpo es templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?” (Ver 1 Cor. 6: 19, 20 y Ef. 2:21).
Finalmente encontramos el Templo en el cielo. Juan mismo presenta la existencia de un templo (Ver Ap. 7:15; 11:1,19; 15:5,8; 21:3). Esto nos llevaría a pensar que Juan se contradice a sí mismo, algo realmente inconcebible dentro del marco de inspiración de la Biblia. Por otro lado, el Antiguo Testamento presenta textos que sugieren la existencia de un templo en el cielo. “Y de mes en mes y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar ante mí” (Is. 66:23; Ver Ex 25:9; Dt 26:15; 2 Crónicas 30:27; Sal 11:4; Sal 18:6; Sal 109:19; Is 6:1). ¿Puede Juan contradecir los escritos del AT? Creemos que no.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento revelan la existencia de un templo en la Santa Ciudad. Elena de White, al igual que los autores bíblicos, vio un templo. Por lo tanto hay perfecta armonía entre la enseñanza bíblica y la revelación de de la Sra. White. El pastor Willian Barclay propone que, por las descripciones dadas en Apocalipsis la ciudad es un perfecto cubo, indicando que toda la ciudad sería el Lugar Santísimo (donde estaba la presencia de Dios en el Santuario terrenal. Ver Ex. 26 y Ap. 21:6). Por lo tanto no hay necesidad de templo porque en toda ella está plena y constantemente la presencia de Dios.
En el Conflicto de los Siglos, página 427, leemos lo siguiente: “No vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero (Ap. 21:22). El pueblo de Dios tiene el privilegio de mantener una comunión abierta con el Padre y con el Hijo. Ahora contemplamos la imagen de Dios como en un espejo, pero entonces lo veremos cara a cara, sin ningún velo que lo oculte”.
No olvidemos que “ahora el Tabernáculo de Dios está con los hombres. El morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Ap. 21:3).
Concluimos pues que el pecado ha quebrado la relación personal entre el Creador y sus criaturas. Dios, en su deseo de restablecer el diálogo establece un espacio físico dedicado a tal fin. Por lo tanto, cuando el pecado sea destruido, no habrá más necesidad de un edificio tal como nosotros lo imaginamos, una estructura con cortinas -santuario- o con paredes -templo-, porque la ciudad será un templo ya que Dios morará allí.
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